14 de septiembre de 2008

El calor de la cama la envuelve, pero es Lunes y la obligación suená como alarma en su cabeza. Levantarse, meterse en la ducha y finalmente, la parte que ella más odia. La parte que de a poco deseó evitar lo más posible, el espejo, se mirá, mientras sostiene la toalla, es imposible que el reflejo sea de ella, desnuda, como dios la trajo al mundo, eso la aterra, el pánico la recorre en esos instantes. Quiere llorar, pero no se deja, dice ser fuerte. Se pone la ropa interior, se seca un poco, y esta lista para el segundo obstaculo, su enemiga, la que hace que le cambie el humor en cuestión de segundos, la que puede llegar a ser un factor determinante de vida o muerte, lo que indíque ella, es lo que el día luego deparará. Apoya un pie, lento, con inseguridad, miedo. Luego el otro.. Hay dos posibles opciones, si la cifra que estaba ayer es mayor a la de hoy, la vida le da una felicidad momentanea, no le dura mucho, luego piensa que no es suficiente, que tiene que ser menos, que tiene que poder hacer esto bien. Pero si pasa todo lo contrario, ahí la cosa se divide en ayunos, no come por días, o se atraca por días, el autoestima se le va al subsuelo, a la linea B del subte, se va de viaje, y no vuelve hasta que la cifra baje, puede terminar en cortes, que pueden llevarla a la muerte, en ejercicio exagerado, o en miles de caminos que terminan lastimandola.. Todo esto ocurre en la mente de muchas chicas, como la de ella, en cuestion de minutos.